Un drama de crimen y misterio bien narrado, bien fotografiado, bien actuado y muy bien dirigido. Tiene una luz adecuada y pareja. Está en la competencia y es una de las favoritas para llevarse el premio de ficción que se revela el 31 en la noche cuando se clausure esta segunda edición.
La aparición de un promontorio de muertos en un pueblo fronterizo entre Alemania y Polonia; un caso sin resolver de unos desaparecidos hace más de 20 años que se liga ahora al descubrimiento del montón de muertos; una mujer expolicía acusada por sus padres de matar a su hermanito por ineptitud, fantasma que arrastra con recuerdos duros del pasado; el reencuentro con su compañero policía que no veía desde entonces, y el deseo del Estado alemán por resolver el caso, deja a la espectadores de puntillas.
El audio de algunas escenas comenzando en la escena anterior, me pareció un recurso formidable. En fin, una realización magistral hecha para seducir a la audiencia.
¡QUÉ PESAR!
Además, debo decirlo, la proyección me pareció impecable, y esto sucede cuando la copia (el archivo) es óptima. La vi en la sala 4 del segundo piso del Palacio de Convenciones de Cádiz. Un recinto pequeño donde proyectaban para la prensa con pláticas con los realizadores y el talento. Y esto fue uno de mis pesares: no haber podido quedarme a la conversación con los alemanes. SIFS programa varios eventos simultáneos y ya me había comprometido con otro, y no podía alargar mi asistencia porque este año el SISF coincidió con nuestros Premios PRODU, y el martes 29 tenía que estar sí o sí en Miami para darle el GO junto a mi hijo Roko desde los estudios de Mediapro. ¡Qué fallo no haber podido entrevistar a los alemanes!
A la mañana siguiente, el auto que me envió el festival para llevarme al aeropuerto de Sevilla, llegó puntual a pesar de una lluviecita: 5:45am. Mi vuelo a Madrid abordaba a las 8:40am y ya en Barajas debía conectar con mi avión a Miami. Le pregunté al chofer si teníamos que recoger a alguien más. “Sí, a tres, a las 6am”. Moha era el nombre del conductor, de origen marroquí. Le conversé sobre el par de series que había visto que tocaban el tema de la inmigración. Me dijo que era muy importante para los inmigrantes que se expusiera lo duro de vivir sin papeles.
A las 6am llegamos al hotel de los otros tres, pero no había nadie esperando. Cádiz, donde se efectúa el festival, no tiene aeropuerto, y uno de los más cercanos es el de Sevilla, a hora y media aproximadamente en coche, sin contar la lluvia. Cualquier retraso amenazaba tomar el único vuelo que me aseguraba llegar a Miami a tiempo. Le sugerí a Moha que bajara y los hiciera llamar desde la recepción. En eso apareció el primero, y con un paraguas, Moha lo trajo al vehículo, un van negro con el logo de South Series, parte de una pequeña flota que movía a los invitados.
SORPRESA
Buenos días, nos saludamos ambos. Yo le pregunté por los otros dos. Inmediatamente me dijo “Tú eres venezolano”. “Sí, ¿y tú también?” “Sí”. Comenzamos a interrogarnos mientras Moha acercaba con el mismo paraguas a la segunda persona, que cuando entró al van, me di cuenta de que era la protagonista de Oderbruch, Karoline Schuch. “Pero ¿qué?, ¿son ustedes los de Oderbruch?” “Sí, soy el director y el creador, Adolfo Kolmerer” respondió el venezolano.
¡Tremenda sorpresa! Mientras yo elogiaba su trabajo y detallaba lo que me había gustado de ese primer episodio, los minutos pasaban y la tercera persona seguía sin aparecer. Adolfo y Karoline iban de regreso a Berlín vía Palma de Mallorca. Todos estábamos con el tiempo muy ajustado. Con el modo decisivo de los directores, Adolfo volvió al hotel para dar un ultimátum. Allí Karoline, en inglés, me afirmó que Adolfo era, en estos momentos, uno de los mejores directores de Alemania.
“¡Moha, vámonos ya!” El tercero no va a estar listo hasta las 7am. Gran parte del trayecto me la pasé hablando con mi paisano. Su abuelo era alemán y cuando decidió emigrar en el 2006, Alemania era su opción. No hablaba el idioma y tuvo que hacer de todo. “¿Lavaste platos?” “Sí”. En Venezuela veía muchas películas y le atraía mucho el giro audiovisual, así que se propuso a conquistarlo en Berlín. En una productora de comerciales se inició desde abajo. “¿Cargaste cables?” “Sí”. Aprendió rápidamente todos los roles. “¿Fuiste autodidacta?” “Sí”. Asistió, escribió y dirigió muchos comerciales, videos musicales y cortometrajes. Su estilo gustó y comenzaron a encargarle trabajos, incluyendo la dirección de dos series para ZDF. Diez años tiene ya en el oficio.
AUTOR Y DIRECTOR
Oderbruch es una creación de él mismo. CBS International dio el 58% de la inversión, y la otra parte la aportó ARD Degeto Film y Syrreal Entertainment, su propia empresa, cuyo nombre viene de surreal, surrealista. En estos momentos está en proceso de subtitularla y venderla a América. Igualmente prepara una segunda temporada.
También su agente en Los Ángeles, CAA, está moviendo ahora una película de su autoría.
FINAL FELIZ
Moha, que no conocía muy bien el aeropuerto de Sevilla, equivocó la vía de Departures, donde se deja a los pasajeros. Ingresó en el estacionamiento, donde comenzó a dar vueltas. Y como en las películas, subió la tensión. Se iba a meter por “Salida” que nos llevaba de nuevo a la autopista, cuando de repente vi el letrero de “Terminal”. Moha retrocedió y nos dejó en el pasillo y los tres apresurados, llegamos a la terminal.
Esta crónica la estoy redactando ya volando a Miami y complacido de haber conocido a Adolfo Kolmerer, que con apenas 38 años, tiene toda una carrera por delante. “Me he propuesto trabajar más que los alemanes” me dijo.
El destino me solventó “la falla” prestándomelo durante hora y media en una carretera aún a oscuras donde conectamos con alegría, intercambiamos nuestros datos y nos prometimos vernos en Berlín para un videorreportaje. La historia continúa.
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