Sin duda alguna, la inteligencia artificial (IA) es uno de esos tópicos que de una u otra forma te llevan a terrenos contrarios entre el amor y el odio, entre la emoción y la preocupación.
Por un lado, no puedo evitar emocionarme al pensar en todo lo que ahora podemos crear en cuestión de segundos, literalmente pareciera que estamos llegando al punto donde la imaginación y la capacidad para crear prompts son el único límite. Y al mismo tiempo, es justo eso lo que me “asusta”.
Si bien la inteligencia artificial no es nueva, su democratización sí, y eso abre una puerta de posibilidades infinitas para cualquier industria. Si puedes imaginarlo, escribirlo y describirlo de manera específica, lo puedes crear, o al menos estar muy cerca de hacerlo. Como directora de arte y directora creativa, esto es realmente emocionante. Hoy, podemos resolver el boceto de nuestra próxima campaña en minutos, pero no solo eso, sino que podemos hacerlo con el estilo del fotógrafo que amamos, con la iluminación casi perfecta, el encuadre y perspectiva que solo nosotros tenemos en la mente; y lo mejor de todo: sin haber pasado 18 horas retocando cientos de fotos y elementos. Emocionante, por supuesto. Preocupante; también.
Claro que hay tareas y procesos que las máquinas hacen de forma más eficiente y con menos recursos, pero no creo que la IA nos quite el trabajo; lo que sí va a pasar es que alguien que sepa usarlas te lo quite. Y aquí es donde hay que dejar algo muy claro, cualquier proceso de machine learning depende de nosotros, se nutre con nuestras referencias, sesgos, y de lo que nosotros somos; literalmente dependen de nosotros para seguir existiendo, así que el verdadero reto como creativos ante la llegada de la IA es seguir explorando, jugar con ella, entenderla y no tener miedo, más vale saber a lo que nos estamos enfrentando.
Cada IA sirve para entrenarnos y mantener el músculo creativo al día, para ver qué tanto puedes imaginar y lograr con unos cuantos prompts. A mí me gusta ponerla a prueba, platicar, experimentar con todas las posibilidades que te da el open source, preguntarle de todo, saber que ya me dice “güey”, y me saluda como si fuésemos amigas desde hace tiempo, le cuento mis sueños y los hace imagen, esa es mi parte favorita.
Sigamos imaginando y creando, que en un mundo que avanza muy rápido, eso nos mantendrá vigentes.
Por Angélica Portillo
Directora de arte y directora creativa
Casanova//McCann