Voy a tratar de escribir un texto que me vuelva a enamorar de la publicidad. Nos ha pasado a todos. Por momentos la amamos y por momentos la odiamos.
Hablo de volver a enamorarme, pues la publicidad para mí ha sido como un amor; como esa novia bonita de la pubertad que quieres, cuidas y te excita; pero con la que por momentos peleas, te hace la vida imposible y a veces te la vuelve dolorosa e invivible.
Me gustan muchas cosas de este oficio; pero me doy cuenta de que vale la pena escribirlas porque por momentos se olvidan.
Me gusta la mezcla entre gráfica y escritura, textos bien escritos sobre una gráfica ojalá exquisita.
Me encanta la intersección casi exacta entre negocios y creatividad. Pocos oficios tienen este equilibrio muchas veces contradictorio. Me gusta el hueco al estómago que te llega minutos antes de presentar una campaña importante, me gustan esos nervios.
Me encanta trabajar en todas las industrias. Saber hoy de cervezas y del negocio de la comida rápida; pero mañana de la plataforma política de un candidato presidencial y de un banco completamente digital.
Me gusta trabajar con las marcas más poderosas del planeta y ayudar a pequeñas startups que creo algún día lo serán.
Me gustan los equipos en las agencias, la dupla clásica de Bernbach, la dupla creativa con planner.
Me gusta ver a los equipos de la agencia resolver problemas. Casi siempre la solución la tiene un equipo en lugar de una persona.
Me gusta cuando llega el SuperBowl. Me encanta el fútbol americano, pero me gusta aún más la publicidad.
Me gusta ir a Cannes a caminar por la playa y a ver los mejores anuncios del mundo en un solo lugar.
Me gusta sentir envidia por el trabajo de los demás.
Me gusta filmar. Y, sobre todo, me gusta el momento de escoger la música de un buen comercial.
Pero hay algo que me gusta más que todo lo anterior. Y es que en publicidad gana el mejor.
La mejor campaña, la mejor idea, la mejor agencia.
Somos una industria que ha podido dejar la política de lado en la mayoría de los casos, y es por eso que agencias independientes como Fantástica ganan pitches frente a multinacionales inmensas con oficinas en más de 130 países.
Y eso hace que ame esta profesión.
Estoy enamorado, creo que por ahora no vamos a terminar.
Por:
Daniel Bermúdez
Founder, Fantástica