En las últimas semanas, hemos visto un retroceso masivo de las iniciativas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en corporaciones e instituciones de todo el país. Muchas de estas decisiones responden directamente a la política del presidente Trump de desmantelar los programas de DEI a nivel federal, además de sus amenazas de retirar fondos a aquellas empresas o gobiernos estatales que no hagan lo mismo. Las motivaciones políticas detrás de estas medidas son evidentes, pero las empresas deberían detenerse un momento a reflexionar sobre lo que realmente están dejando atrás.
DEI no es solo una palabra de moda en el mundo corporativo; es un reflejo de la realidad. La demografía en Estados Unidos está cambiando, y ninguna orden ejecutiva, política gubernamental o decisión empresarial puede revertirlo. Los números hablan por sí solos. Para 2045, se proyecta que EE.UU. será un país de mayoría minoritaria. La población hispana, afroamericana, asiática y multicultural no solo está creciendo en número, sino que también está impulsando tendencias de mercado, influenciando la cultura y redefiniendo la manera en que las marcas deben interactuar con sus audiencias.
Desmantelar los programas de DEI no va a detener este cambio demográfico. Lo único que logrará es crear un punto ciego que le costará caro a las empresas en el futuro. Los consumidores esperan que las marcas reflejen sus valores, sus experiencias y su realidad. Cuando una empresa decide dar un paso atrás en DEI, en esencia está optando por desconectarse de los consumidores que definirán su éxito en los próximos años.
Basta con mirar a las marcas que han prosperado recientemente: Nike, McDonald’s, Netflix, entre muchas otras, han apostado por la diversidad en lugar de ignorarla. Su éxito no se debe solo a un sentido de responsabilidad social, sino a una estrategia de negocios inteligente. Entienden que sus audiencias son diversas y han desarrollado estrategias de marketing y contratación que reflejan esa realidad. En contraste, aquellas marcas que han ignorado estos cambios culturales o que han manejado mal su representación diversa han enfrentado críticas, pérdida de confianza del consumidor y, en algunos casos, han visto su rentabilidad afectada.
Este momento es una prueba de liderazgo. Las empresas que eliminen sus iniciativas DEI por presión política pueden pensar que están tomando una decisión segura. En realidad, están apostando en contra del futuro. Están enviando un mensaje claro a los consumidores diversos, a sus empleados y a sus socios comerciales: que no los consideran esenciales para su negocio. Y esos consumidores, empleados y socios lo recordarán.
Al final, será el mercado—no la política—quien dicte las consecuencias. Los consumidores de hoy son más vocales y tienen más poder que nunca. Saben cuándo están siendo ignorados y tienen opciones. Las empresas que no reconozcan el valor de la inclusión quedarán atrás, no por un mandato político, sino porque fallaron en mantenerse relevantes en un mundo en constante cambio.
Retrocedan en DEI si quieren. Pero no pueden retroceder el cambio demográfico, la cultura ni las expectativas de los consumidores. El futuro pertenece a quienes entienden que la diversidad no es solo una casilla para marcar—es la nueva clave del éxito empresarial.
Por
Marcos Cline-Márquez
Founder / Executive Producer
Altered.LA