La IA está en todas partes. Algunos la aman, otros la odian, y muchos debaten si es el fin de la creatividad o la revolución del siglo. Pero, al final, lo que importa es el resultado. Si algo funciona, vende o impacta, ¿qué importa cómo se hizo o qué programas hubo detrás?
Pensemos en la industria de la publicidad y los pósters de películas. ¿A alguien le importa si una imagen fue editada en Photoshop, ilustrada a mano o generada con IA? Lo importante es que el diseño atraiga, cuente una historia en segundos y haga que la gente quiera ver la película. Lo mismo pasa con los anuncios, si emocionan y venden, no importa cómo los hicieron.
La IA no es el enemigo de la creatividad ni su reemplazo, sino una herramienta más. Puede generar bocetos rápidamente, crear conceptos o visualizar ideas en poco tiempo. Pero al final del día, es el ojo humano el que decide qué se usa. La chispa creativa, la intuición y la capacidad de conectar con la gente son cosas que ninguna máquina puede replicar completamente.
Lo mismo ocurrió con cada avance tecnológico. Cuando surgieron los programas de diseño digital, muchos pensaron que la ilustración tradicional desaparecería. Y aquí estamos, con más herramientas y posibilidades que nunca. La IA es solo el siguiente paso. Si puede hacer el trabajo más rápido y eficiente, podremos enfocarnos más en la parte creativa y pensar en qué más podemos hacer.
Lo importante no es si usaste IA, mas bien si el trabajo es bueno, impactante y cumple su propósito. Al final, la creatividad no se trata de la herramienta, sino de lo que logras con ella.
“La inteligencia artificial no es tan inteligente si no la sabemos dominar”.
Por
Pedro Molina
Head of Art
Archer Troy