De
acuerdo con el Índice de Desarrollo TIC (IDT) de la Unión
Internacional de Telecomunicaciones (UIT) incluye un subíndice de
acceso que está compuesto exclusivamente por variables expresadas en
términos poblacionales o de hogares. De manera similar lo hacen el
informe “Perspectivas de la Economía Digital” (OCDE), “El
Estado de la Banda Ancha” de la Comisión de Banda Ancha para el
Desarrollo Sostenible (UIT/Unesco), así como reportes privados como
el Índice de Conectividad Global (GCI por sus siglas en inglés) de
Huawei.
En
el primero de ellos, el IDT, México registró, en 2017 una
teledensidad móvil de 88,2 líneas por cada 100 habitantes, 45,6% de
hogares con computadoras y 47,0% de hogares con Internet. Por su
parte, el reporte de la Comisión registra 13,3 suscripciones de
banda ancha fija por 100 habitantes (en comparación, Brasil registra
13,7 y Colombia 12,9), y el GCI ubica a México en la categoría de
adopción intermedia (adopters) de conectividad, con métricas
semejantes a las de países como Argentina, Brasil, China, Colombia y
España.
Como
es identificable a nivel internacional, las métricas de
disponibilidad de la conectividad no son referenciadas a la
proporción de la geografía, nacional o estatal, sino a la cobertura
de sus servicios o a la extensión lineal de su despliegue. Estas
métricas son una aproximación fiel de los hechos estilizados que se
buscan medir para incidir en ellos. Cabe insistir, ninguno medido en
términos del territorio o extensión geográfica.