Para
el segundo trimestre del 2018 se contabilizan 82,7 millones de
accesos a banda ancha móvil (BAM), de manera que la penetración de
este servicio corresponde a dos terceras partes de la población. Su
elevado dinamismo al alza es tal que tan solo en cinco años se han
sumado más de 50 millones de nuevos accesos.
La
trayectoria de crecimiento de accesos al servicio de BAM registra una
tendencia positiva pero descendente, ya que durante 2014 y 2015 la
tasa de crecimiento anual promedio fue de 40%, pero entre 2016 y 2017
promedió 17,3%. Durante la primera mitad de 2018, el incremento de
los accesos tan solo ascendió a 7,3% anual, es decir, menos de una
quinta parte de la observada en 2014-2015, de acuerdo con The
Competitive Intelligence Unit con información de IFT.
Esta
desaceleración para alcanzar la conectividad universal es atribuible
a diversos factores, entre los que destacan: la carencia de habilidades
digitales, la limitada capacidad económica para hacerse de equipos y
servicios, y la falta de disponibilidad del servicio en el segmento
de la población aún no usuaria.
En
México, la compleja geografía y la gran dispersión poblacional han
hecho especialmente difícil la provisión de todo tipo de servicios,
como el agua potable, electricidad y las telecomunicaciones. Esto se
debe a que todos estos servicios requieren el ejercicio de fuertes
sumas de recursos de capital para el despliegue de infraestructura.