En una conversación exclusiva con Ríchard Izarra en #PRODUprimetime, Gustavo de la Garza Ortega, una de las figuras más emblemáticas de las telecomunicaciones en México y América Latina, compartió información de su trayectoria durante seis décadas en las que sido parte importante de la innovación en las Telecomunicaciones en México. Fundador y líder de Vívaro, un conglomerado de empresas que ha revolucionado la forma en que se distribuyen contenidos en vivo, el ejecutivo detalle el futuro de las transmisiones con el crecimiento de la fibra óptica.
Desde los Juegos Olímpicos hasta los campeonatos mundiales de fútbol, su red de fibra óptica internacional ha permitido una transmisión sin precedentes, reduciendo la latencia y llevando la emoción de los eventos deportivos más importantes a todo el mundo. Además, su visión ha llevado a Vívaro a incursionar en el mundo de los esports, un mercado que no deja de crecer.
“Yo nací entre micrófonos, transmisores y antenas. Mi pasión por las telecomunicaciones viene de familia, ya que crecí en un ambiente rodeado de tecnología gracias a mi padre, quien fue socio minoritario de una legendaria radiodifusora de México, donde aprendí que en la radio cada segundo cuenta. No puedes estar fuera del aire ni un segundo porque se pierde el auditorio” comentó de la Garza, rememorando aquellos días que marcaron su formación profesional.
A lo largo de su carrera, Gustavo de la Garza ha sido un emprendedor incansable. Desde muy joven, demostró su capacidad para abrir nuevos caminos, literalmente “con machete en mano”, como él mismo describe. “Yo no soy administrador, soy un empresario que va abriendo brechas, cruzando ríos y mares si es necesario” afirma. Y así lo ha hecho, al enfrentar los desafíos de la televisión en Monterrey y expandir su visión hacia un nivel internacional.
Fue pionero en la creación del primer canal de televisión en Monterrey, así como en la introducción de los “pagers” (o biper) en América Latina. “Fue una época de innovación, pero también de mucha competencia” señala don Gustavo. En aquellos años, entendió que la única forma de rivalizar con gigantes como Televisa era a través de la diversificación y la construcción de una red más eficiente. Con esta filosofía, dejó atrás la televisión abierta para concentrarse en las telecomunicaciones, un campo donde no ha dejado de innovar desde entonces.
LA FIBRA ÓPTICA COMO EL FUTURO DE LA CONECTIVIDAD
En la actualidad, su compañía Vívaro se ha consolidado como un referente en el uso de fibra óptica para la transmisión de eventos en vivo, dejando atrás la tecnología satelital, que presenta una latencia mucho mayor. “El satélite tiene una latencia de 257 milisegundos en cada transmisión, mientras que la fibra óptica reduce ese tiempo a apenas 37 milisegundos” explica. Esta diferencia, aparentemente mínima, es crucial en la transmisión de eventos en tiempo real, especialmente en los esports, donde cada fracción de segundo cuenta.
Gracias a esta infraestructura, Vívaro ha brindado servicios de conectividad a empresas como Televisa y TV Azteca, que han confiado en su red para la cobertura de grandes eventos deportivos. “Nuestro compromiso es llevar la mejor calidad de transmisión, sin interrupciones y con la menor latencia posible” destaca.
A pesar de sus 87 años, Gustavo de la Garza Ortega no muestra signos de querer retirarse. “Me van a retirar con un pie por delante el día que el Señor me llame” bromea, pero con la firmeza de alguien que disfruta cada día de su vida. Y, ¿qué lo mantiene tan activo? “La música clásica, que escucho dos horas diarias como una disciplina. Además, siempre he creído que mantener la mente ocupada es la clave para no envejecer”.
Su hijo mayor, Gustavo, ha asumido las riendas administrativas de la empresa, permitiendo que el patriarca continúe abriendo nuevos caminos en el sector. “Gustavo es un excelente administrador, mucho mejor que yo”.
Después de haber construido un imperio en el mundo de las telecomunicaciones, el ejecutivo sigue mirando hacia el futuro con la misma energía que lo ha caracterizado durante sus 65 años de carrera, demostrando que la clave del éxito está en la pasión y el deseo constante de aprender y reinventarse.