Aimée Vega, investigadora del CEIICH de la UNAM, especialista en derechos humanos de las mujeres, medios de comunicación y tecnologías digitales, afirma que la violencia contra las mujeres transversaliza todos los contenidos y constituye el corazón de la narrativa mediática. “Hacer apología de la violencia contra las mujeres constituye para los medios de comunicación un negocio muy redituable” explica, tras comentar que muchos medios se valen de contenido atractivo para la audiencia, aunque naturalice —es decir, haga normales sin problematizar su uso— formas de violencia en contra de la mujer.
Como ejemplo, señala novelas como La quinceañera, en la que la protagonista es violada y luego acosada durante toda la producción, sin cuestionar ese comportamiento. “Otro rasgo de la violencia contra las mujeres es aquella que tiene lugar en contra las trabajadoras domésticas, representadas como mujeres indígenas o en comunidades rurales, o a las que se les discrimina por ser feas, como el caso de Betty la fea, que justo sostiene ese estereotipo y ese discurso” dijo. Asegura que incluso en los dibujos animados se representa la violencia en contra de las mujeres, porque suelen mostrar hombres poderosos, héroes fuertes, al tiempo que hay pocos personajes femeninos, o que incluso son objeto de insultos o discriminación.
Vega basa sus opiniones en los hallazgos de su línea de investigación La representación de la violencia contra las mujeres y las niñas en la agenda mediática en México, que realiza desde 2006 hasta nuestros días, y asegura que después de la publicidad, la telenovela es el formato más misógino que existe.
Explicó que la violencia feminicida tiene carácter estructural: una mujer que es víctima de violencia feminicida lo fue antes de violencia física, verbal, psicológica, probablemente económica o patrimonial. Los medios son parte de este contexto y el hacer ver que violentar a la mujer es normal, o incluso al llegar a justificarlo, perpetúan que estas violencias sigan existiendo.
“Los medios han hecho muy poco para modificar estas narrativas. Y mientras más se multiplica el ecosistema mediático, más se multiplican los canales de salida de este tipo de contenidos que discriminan a las mujeres, que las estereotipan y reproducen formas que violentan a las mujeres y a las niñas, naturalizando esas prácticas a través de contenidos” dijo.
Al preguntarle sobre nuevos formatos que incorporan otras perspectivas, Vega afirma que incluso estos contenidos que podemos calificar “de progresistas” también incurren en violencia contra la mujer.
“Desde luego estas corporaciones lo que buscan mantener son sus nichos de mercado y han ido haciendo adaptaciones que de ninguna manera podemos celebrar como cambios estructurales. Series como Sex and the city o Amas de casa desesperadas, por ejemplo, parecen representar a las mujeres de una manera distinta, parece un cambio de paradigma, pero al hacer el análisis más a fondo de la serie vemos que cambia la forma pero no el fondo. Aunque se representa a la mujer como autónoma e independiente, su destino sigue siendo el mismo: la maternidad y el matrimonio” explica.
Una esperanza de cambio, añade, está en la firma del Pacto por la eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas que firmaron más de cien medios mexicanos a finales de 2019 que busca erradicar estereotipos sexistas y de la apología de la violencia contra las mujeres en contenidos. Además, hace unos meses se anexó el concepto violencia mediática a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que sienta las bases para el desarrollo de una política pública integral.