En la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Monterrey (FICMonterrey) 2024, el director Rubén Villa presentó su ópera prima Fragmentos de olvido. La película, nacida como un cortometraje y luego expandida a un largometraje, es un ejemplo claro de la creciente apuesta por el cine de ciencia ficción en México, género que ha sido poco explorado en la industria nacional.
“La película nace de la necesidad de tocar el tema de la memoria a través de la ciencia ficción. Poco a poco, la idea fue tomando forma y creciendo hasta convertirse en un largometraje. Fue muy importante para nosotros hacer nuestra primera película con un tema diferente a lo tradicional; siempre quise contar historias de ciencia ficción y terror, géneros que no son muy comunes en el cine mexicano” comentó el director Rubén Villa.
“Es importante mostrar este tipo de películas para inspirar a otros a hacer lo mismo. No solo se trata de exhibirlas, sino también de motivar a otros cineastas a explorar temáticas diferentes. La decisión de explorar estos géneros en un país donde el cine de autor y el drama predominan es un reto en sí mismo”.
Fragmentos de olvido destaca por su tratamiento visual y narrativo minimalista. A pesar de tratarse de una película de ciencia ficción, Villa y su equipo decidieron evitar el uso excesivo de efectos especiales, enfocándose en los personajes y el guion. “Quisimos demostrar que se puede hacer ciencia ficción sin un gran presupuesto, centrando la atención en los personajes y en la narrativa” explica el director.
En cuanto al tiempo de filmación y sus complejidades, el cineasta expresó: “El proceso de producción de la película fue un reto logístico, especialmente debido al ajustado calendario de rodaje. Fueron 19 días muy apretados, no teníamos mucho tiempo, casi siempre hacíamos tres tomas por plano y no podíamos hacer más. A pesar de las dificultades, este ritmo vertiginoso de trabajo fue una experiencia enriquecedora para todo el equipo. Fue complicado, pero también algo que nos empujó a ser más versátiles”.
El equipo técnico trabajó con una cámara Canon R5, y Villa se encargó personalmente del montaje y la edición. “El proceso de posproducción fue largo, casi 6-8 meses, con varias reescrituras del guion que fortalecieron la historia” resalta.
EL MOMENTO QUE VIVE EL CINE MEXICANO
“Creo que el cine mexicano está creciendo cada año, no solo en la Ciudad de México, sino en otros estados. Se están haciendo muchas películas en todo el país. A pesar de esto, todavía existen desafíos, especialmente para aquellos cineastas que apostamos por géneros poco comerciales. Ahora estoy desarrollando nuevas ideas, quiero seguir explorando la ciencia ficción, pero también quiero probar otros géneros como el thriller, la comedia o el drama” concluyó.