El confinamiento encontró a Érika Halvorsen escribiendo y desarrollando ideas que aun no tienen fecha de rodaje (la adaptación de El fin del amor de Tamara Tenenbaum para MGM, entre otros), por lo que el trabajo para las pantallas continúa, aunque bajo circunstancias nuevas. Los proyectos teatrales, en cambio, están suspendidos.
“En estas condiciones cuesta concentrarse y tratar de pensar que las historias que estamos escribiendo tendrán sentido cuando pasemos la pandemia” apuntó la autora de Pequeña Victoria y What´s up mamis? (que Glowstar licenció a Gato Grande para su adaptación).
Concuerda con lo que su amiga y colega Marisa Quiroga declaró a PRODU hace unas semanas: es momento de hacer un archivo emocional. Por eso, Halvorsen lleva un diario personal para tener una memoria documentada de estos tiempos extraordinarios. “Por el momento solo podemos observar, cuidarnos, cuidar al otro y luchar para que el confinamiento no nos anestesie la empatía. Ese creo que es el peligro más grande de estar aislados: perder la empatía”.
También indicó que el entusiasmo por seguir creando de quienes viven de la creación es un elemento salvador pero, a veces, puede volverse en contra. “Frente a la crisis, la industria se ha aprovechado bastante de nuestro entusiasmo. Ya está pasando que algunos productores o intermediarios bajan el precio a nuestro trabajo haciendo referencia a la crisis y luego venden el libro que nosotros escribimos al valor que venía marcando el mercado. No sé cómo será el escenario pospandemia, pero tendrá que agarrarnos despiertos y solidarios”.