La subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco, Gabriela Ramos, fue pieza clave en el encuentro SinergIA, que se realizó en el marco de la 26 edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato; ahí mencionó que la inteligencia artificial registra un crecimiento anual de 27% y que del 2013 al 2021, el 80% de la inversión privada en esta herramienta se hizo en China y EE UU, y apuntó que es necesaria no solo su regularización, sino también saber cómo hacerlo.
“Esta tecnología ha tenido una aceleración impresionante y habrá muchos más datos alrededor de este tema. Sabemos que tiene enormes beneficios, pero también nos plantea importantes retos que tienen solución si aplicamos los parámetros éticos. Por ello, la importancia de llevar esta discusión hacia la industria cinematográfica, en donde se ha abierto un mundo de posibilidades, permitiendo a los cineastas crear historias únicas e innovadoras, así como producir películas con mayor velocidad y eficiencia; sin embargo, surgen temas éticos como la autonomía o la difusión errónea o la manipulación emocional a través de contenidos hechos con esta herramienta” mencionó.
La subdirectora explicó que uno de los temas más preocupantes es el derecho de autor porque existe la posibilidad “de que las películas generadas con IA infrinjan los derechos de actores, productores y de todo el ecosistema del cine ya que, si no están basadas en el consentimiento, podrían violar sus derechos y crear situaciones que no se puedan controlar como el uso de sus trabajos”.
Asimismo, puso como ejemplo una película impulsada por la IA sin aporte de un cineasta humano, “que pueda tener impacto en un grupo social, saber quién es responsable de garantizar que sea ética, que no tenga ningún código, por ello siempre debe haber un control en todos los desarrollos tecnológicos y es lo que estamos impulsando desde la Unesco, a través de nuestra recomendación de la ética en IA”.
Ramos detalló que, entre el 2013 y el 2021, el 80% de la inversión privada en inteligencia artificial se hizo en China y EE UU, países considerados innovadores, pero opinó sobre la necesidad de una diversidad cultural, de industria y pensamiento, “que tienen que transformarse en estas tecnologías que revolucionan la forma como vivimos y actuamos, y a esto se suman las restricciones a nuestras libertades fundamentales y derechos humanos, así como el impacto a los más jóvenes. El tema no es discutir la tecnología, sino pensar en cómo la sociedad tiene que adoptarla para mejorar su posición, La pregunta no es si se debe regular, sino cómo hacerlo”.
Ante esto, agregó que se necesita un marco que mida el impacto de los desarrollos de la IA antes que estén disponibles para todo el mundo, “sobre todo una evaluación de impacto ético y eso incluye nuestras libertades, derechos, resultados inclusivos y todo el análisis que se hace antes de lanzar un producto al mercado, como lo fue el ChatGPT que se abrió sin darnos cuenta si era suficientemente seguro o costeable”.