Calle y Poché: Sin etiquetas (8×60’), docu-follow creado por Dhana Media (ahora 200% Media) con los servicios de producción de Miracol, para Prime Video, fue un reto especial para Bibiana Jiménez Moreno, showrunner colombiana de 200% Media, residenciada en México y quien fuera productora ejecutiva de posproducción del show.
Jiménez, quien lleva 20 años trabajando en realities, asegura que este género es la telenovela del momento. “El reto con Calle y Poché fue convertirlo en un docu-follow tipo The Hills, algo que nunca se había hecho en Latinoamérica, básicamente una telenovela dentro de la realidad. En la región nunca se había hecho en ninguna plataforma, con talento colombiano, mostrando Bogotá, los paisajes, la vida nocturna de Colombia, y normalizar a la comunidad de LGBTQ, las protagonistas son gais y un 80% del talento está dentro de esta comunidad” expresó.
Mencionó que contó con el apoyo de María Alejandra Rico, con quien ha hecho varios shows para crear un lenguaje y una estructura propia como primer docu-follow en Latinoamérica.
Jiménez comenta, refiriéndose al tema LGBTQ, que el reto “fue normalizar y equilibrar, para no estigmatizar las preferencia sexuales de estos seres humanos. Nosotros queríamos que realmente se conocieran y desnudar a los personajes, que es básicamente en lo que consisten los realities, ver sus problemas, sus conflictos, cómo crecen, a qué se enfrentan, sus papás, sus familias, y sobre todo en la nueva generación de talentos colombianos, en una sociedad que ha evolucionado, que va camino a la inclusión, pero donde todavía nos faltan muchos años. Ese fue el gran reto en posproducción”.
Destacó que como showrunner “se enamora de los personajes” y es difícil ser objetiva, pero el gran aprendizaje fue durante la posproducción “ser selectiva con las historias. En posproducción creo que fui más objetiva con todos los personajes, los cuidé a todos, pero tienes que desapegarte un poco para que sea como la vida real”.
Relata que para Calle y Poché se recibieron entre 35 a 40 horas de grabación por capítulo (la serie es de ocho episodios). “Esto es demasiado para convertirlo en 40 minutos por episodio. Era un reto normalizarlo para el público general, para enamorar al público de todas las generaciones, que quien lo viera se quitara la máscara y la estigmatización, todos los juicios morales que hacemos por preferencias morales, que la gente pudiera identificarse con una Calle, con una Poché, con las Villas, que la gente se enamorara de los personajes como lo hace en las telenovelas, que a ratos los aman y a ratos los odian y de repente se identifican con un problema que estos personajes tienen y con el crecimiento de ellas, que son influencers, que obviamente tienen carrera artística, pero más allá de eso la gente se enamora al conocer las historias reales, los seres humanos que hay detrás de las redes, de las caras bonitas” apuntó.
Jiménez destacó, que con Calle y Poché “se cuidó mucho el lenguaje para evitar lugares comunes, se buscó extraer fragmentos significativos para la serie a nivel narrativo, que también dejaran un mensaje inclusivo, sin etiquetas (como lo dice el nombre), respetuoso, de tal manera que abriera una conversación que en Latinoamérica a veces es difícil, que le permitiera a la audiencia encontrar puntos de identificación más allá de los clichés”.