La peruana Melina León estrenó en 2019 su primera película, Canción sin nombre, una historia en la que vuelve a las investigaciones que hizo su padre periodista sobre el robo de niños que ocurrió en la década de los 80 en el Perú azotado por el terrorismo. Esta misma película la obligó a hacer lo que cree es el proceso de toda mujer directora, hacerla una historia femenina.
“Ser directora de cine es un proceso de deconstrucción de la mirada. Mi generación aprendió de la mirada que ellos nos han contado. Muchas tienen el filtro masculino, porque ese es el cine que hemos aprendido a amar” dice León. “Cuando empiezas a producir te das cuenta de que esa es una mirada y que es importante no repetirla. Al final, es la mirada de quien ostenta el poder, el que genera los cambios. A todas nos toca aprender cuál es nuestra mirada, decidirnos por nuestras protagonistas. Y no solo pasa en Hollywood, sino también en nuestras pequeñas industrias latinoamericanas”.
En el caso de Canción sin nombre tomó decisiones para hacerla una historia femenina, con una mirada más contemplativa. “Que la protagonista sea Georgina (una joven a la que le roban el niño) y el coprotagonista sea homosexual son decisiones que tomé para hacerla más femenina”. Otra decisión fue emplear no actores como protagonistas, con los que fue desarrollando herramientas en el camino para crear la historia. “Tenía la ilusión de hacer una película peruana con personajes reales” apunta. “Estas personas han vivido cosas similares, no es que yo les esté contando una historia que ellos no conozcan emocionalmente. La película habla mucho de racismo, de invisibilización. De alguna manera, la película ya existe en ellos”.
Canción sin nombre competía por una nominación a Mejor Película Internacional en los Oscar 2021, en el que la mitad de las cintas latinoamericanas aspirantes eran dirigidas por mujeres. La de León no entró entre las seleccionadas, pero desde su estreno en la Quincena de Realizadores en Cannes de 2019 ha acumulado un recorrido por 100 festivales de los que se ha llevado más de 40 premios y ha generado una resonancia que hizo que Netflix apostara por su distribución en Latinoamérica. El mes pasado se estrenó en la plataforma y estuvo en el top 10 durante dos semanas. “Nos enviaron comentarios de que estaban muy contentos” comenta. “Canción sin nombre me abrió puertas, ahora tengo varias ofertas de coproducción”.
León vive entre Lima —donde da clases de guion en la Universidad Católica del Perú— y Nueva York. Con su productora, La Vida Misma Films, y un gran socio como La Mula Producciones está en el desarrollo de una nueva película llamada San Blas, centrada en la vida de una niña de 12 años y ambientada en el mundo de las artesanías del Cuzco. También tiene planes de rodar una película en Nueva York.